sábado, 28 de abril de 2018

Lecturas Domingo 29 de abril de 2018 - V Domingo de Pascua

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Sin mí no podéis hacer nada


  Introducción  

Jesucristo pronunció estas palabras durante su discurso de despedida en mitad de la Última Cena. Debemos tener bien presente el contexto de las palabras del Señor, son los últimos momentos que Jesús vive con los discípulos antes de su pasión y muerte. Jesús abre su corazón: ha lavado los pies a sus discípulos. Quien lee el comienzo del capítulo decimotercero del evangelio de san Juan se lleva la gran sorpresa de conocer el secreto de toda la vida del Señor. El evangelista deja dicho que «sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1).
Estas palabras debieran grabarse en nuestra mente y en nuestro corazón: saber que toda la vida de Jesús tiene una única clave de lectura, que debiera estar bien presente a la hora de dilucidar nuestro obrar cristiano: los amó hasta el extremo. En la misma línea hemos de colocar el mandamiento «nuevo» (Jn 13,14), cuya novedad está precisamente en el punto de referencia que propone el Señor: «como yo os he amado». Y ya queda dicho que Jesús «nos amó hasta el extremo».
La relación entre el amor y el cumplimiento del mandamiento «nuevo» es una relación que implica la totalidad de la persona, no por simple imitación externa sino más bien por una relación vital entre Jesús y sus discípulos, que somos nosotros. Tal relación vital es lo que sugiere la alegoría de la vid y los sarmientos, que es el texto del Evangelio de este domingo (Jn 15,1-8).
José MªFr. José Mª Viejo Viejo O.P. 



  Lecturas  

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9, 26-31

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo hicieron embarcarse para Tarso.
Entre tanto, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.



Salmo

Sal. 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32 R: El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines de la tierra;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor.



Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 3, 18-24

Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. En esto conocemos que somos de la verdad, y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios; y cuanto pidamos lo recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó.

Palabra de Dios.

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 1-8

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
–Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto.
Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él; ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.
Palabra del Señor

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