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Introducción
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El objetivo primordial de la Cuaresma es preparar a los fieles para celebrar la Pascua, la fiesta cristiana por excelencia, con el corazón purificado para poder revivir ese misterio y hacer fecunda su fuerza salvadora. La liturgia cuaresmal está muy influenciada por la disciplina del catecumenado y por el ritual de la penitencia. En el siglo III se estableció en Roma la práctica de conferir el bautismo una vez al año en la vigilia pascual; y en el siglo IV se fijó el ritual de la penitencia canónica, según el cual los penitentes eran reconciliados en la mañana del Jueves Santo. La liturgia se adaptó a estos dos hechos que influyeron claramente en la elección de las lecturas y en la formulación de las oraciones. La Cuaresma antigua se caracterizaba por una liturgia que reunía cada día o casi cada día a toda la comunidad cristiana, consciente de su solidaridad en la obra de la renovación espiritual que se quería realizar. Tenía, por tanto, un fuerte carácter comunitario. Estaba concebida como «el verdadero retiro anual de toda la familia cristiana». Este mismo espíritu pervive aún hoy en nuestra liturgia.
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| Fray Manuel Ángel Martinez Juan Convento de San Esteban (Salamanca)
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Lecturas
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Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis 9, 8-15
Dios dijo a Noé y a sus hijos: –«Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.» Y Dios añadió: –«Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.»
Palabra de Dios.
Salmo
Sal 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9 R. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
Recuerda, Señor, que tu ternura tu misericordia son eternas. Acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.
Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3,18-22
Queridos hermanos: Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos –ocho personas se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
Palabra de Dios.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 12-15
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: –«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Palabra del Señor. |
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