El pasado miercoles 30 de septiembre de 2017, se celebró la festividad de Santa Rosa de Lima en la Capilla del Colegio Santa Rosa de Lima ubicado en Caracas, Venezuela.
La Eucaristía inició a las 10 am fué oficiada por el Padre José María Bueno, asistieron hermanas de la comunidad, laicas Dominicas y amigos allegados.
Santa Rosa es la Patrona de Perú, las Américas y Filipinas.
Isabel Flores de Oliva nació en Lima (Perú) el 20 de abril de 1586 y fue
bautizada el 25 de mayo de ese mismo año. Aunque su nombre verdadero
era Isabel, en honor a su abuela materna, una india que servía a la familia la llamaba Rosa debido a que la niña tenía una extraordinaria belleza.
Solamente sus parientes se dirigían a ella con ese nombre.
Junto a su hermano Fernando recibió una esmerada educación, algo
excepcional para su época, y tuvo una profunda formación espiritual. Cuando tenía once años, su padre fracasó en la explotación de una mina y
la familia enfrentó problemas económicos. Se mudaron a Quives, un
pueblo cerca de Lima.
En 1597, Santo Toribio de Mogrovejo, el entonces Arzobispo de Lima, le
administró el sacramento de la Confirmación y la llamó Rosa. Al cumplir 20 años, la familia volvió a la capital. Isabel trabajaba
todo el día en el huerto y durante la noche cosía ropa de familias
pudientes para colaborar con el sostenimiento de su casa. A pesar de las
dificultades, era una mujer feliz.
Su intenso amor por el Crucificado la llevó a hacer un voto de
virginidad. Consciente de su belleza, la Santa se restregaba la piel con
pimienta para desfigurarse. En una ocasión, su madre le puso una corona de flores en la cabeza para
lucirla ante unas visitas. Rosa se clavó una de las horquillas para
hacer penitencia por esa vanidad.
Realizaba intensos ayunos y pasaba las noches en vela haciendo oración. Se mortificaba con una cinta de plata alrededor de su cabeza, cuyo
interior estaba lleno de puntas, para compartir los sufrimientos de
Cristo con la corona de espinas.
Sus padres intentaron casarla pero ella defendió su vocación. El 10 de
agosto de 1606 ingresó como Terciaria en la Orden de Santo Domingo,
imitando a Santa Catalina da Siena, su maestra espiritual. Por sugerencia de un sacerdote, aceptó que la llamaran Rosa de Santa María.
Con la ayuda de su hermano Fernando construyó una ermita en un rincón
del huerto de su casa donde oraba y realizaba sus mortificaciones. Ahí
de jueves a sábado tenía experiencias místicas y experimentaba los
sufrimientos de la Pasión.
Santa Rosa salía de su ermita para ir a la iglesia de la Virgen del Rosario
y para atender a los enfermos y esclavos. En estas labores era
acompañada por San Martín de Porres. Ambos santos fueron amigos y los
enfermos acudían a ellos para buscar la sanación.
Su amor a Dios era tan ardiente que su tono de voz cambiaba y su rostro
se encendía cuando hablaba de Él, lo que reflejaba el sentimiento que
embargaba su alma. Lo mismo sucedía al estar en presencia del Santísimo
Sacramento y cuando comulgaba.
Santa Rosa sufrió la persecución y burla de sus amigos y familiares
durante muchos años. Esta situación le causaba una profunda desolación
espiritual. También era tentada constantemente por el demonio.
En 1615, un grupo de piratas quiso atacar la ciudad de Lima. Cuando ya
estaban en el puerto del Callao, Santa Rosa y otras mujeres fueron a la
iglesia de la Virgen del Rosario para rezar ante el Santísimo
Sacramento. Incluso la Santa puso su cuerpo delante del sagrario para
protegerlo. Días después murió el capitán de los piratas y estos se alejaron de la
ciudad. Todos los limeños atribuyeron este “milagro” a Rosa.
La salud de la Santa decayó y fue a vivir con un Matrimonio muy piadoso, Don Gonzalo de Massa y su mujer Doña María Uzategui. La
pareja la consideraba como una hija y la cuidaron durante tres años
hasta su muerte. En medio de los sufrimientos, la joven oraba: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor”.
En el año 1617, durante el Domingo de Ramos
ocurrió su “desposorio místico”. Mientras oraba delante de la Virgen
del Rosario, el Niño Jesús le dijo: “Rosa de mi Corazón, yo te quiero
por esposa”. Ella le respondió: “Señor, aquí tienes a tu inútil esclava;
tuya soy y tuya seré para siempre".
Santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617 a los 31 años. Durante
su entierro, toda la ciudad se despidió de ella. Fue sepultada en el claustro del Convento de los Dominicos y en 1619 en
la capilla Santa Catalina de Siena. Su cráneo se encuentra en la iglesia
de Santo Domingo junto a los cráneos de San Martín de Porres y San Juan
Macías.
Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671 y se convirtió en la
primera Santa de América. El mismo Pontífice la declaró patrona
principal del Nuevo Mundo (América), Filipinas e Indias Occidentales.
En 1992 San Juan Pablo II expresó que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del
papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del
Evangelio”.
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