martes, 1 de septiembre de 2015

Biografía de Santa Rosa de Lima. Patrona de Las Américas y Filipinas




SANTA ROSA DE LIMA

Santa Rosa de Lima, llamada originalmente Isabel Flores de Oliva, fue una santa mística que llevó una vida de grandes penitencias por amor a Dios y a los demás. Nació en Lima el 30 de abril de 1586. En ese tiempo, reinaba en España el rey Felipe II y ocupaba la cátedra de San Pedro el Papa Sixto V.  La población del virreinato de Perú estaba formada por españoles, criollos, indios, negros, mulatos, mestizos y otras razas.  La actividad económica era principalmente la minería.
En aquella época, la Iglesia predominaba en todos los ámbitos de la sociedad.  No solo fundaron universidades y hospitales, las Órdenes Religiosas también fundaron conventos e iglesias.  Abundan los predicadores, confesores, catedráticos, escritores, misioneros.  No es casualidad, dado el ambiente espiritual de aquel tiempo, que surgieran junto a Rosa, otros cuatro santos, una beata y siete siervos de Dios.  Fue contemporánea con San Martín de Porres y San Juan Macías, de quienes admiraba la luminosa presencia de Santo Domingo de Guzmán, el amor por Jesús y la atención a los pobres.
Los padres de Santa Rosa fueron Gaspar Flores (natural de España y arcabucero de la guardia virreinal) y María de Oliva, criolla limeña. Vivían en una casa grande con un huerto de grandes proporciones, pero se hizo pequeña para tanta prole, pues tuvieron 13 hijos.  Eran personas de conocida piedad y cristiandad.
De niña tenía las mejillas muy rosadas por eso su nana le llamó Rosa. Desde entonces toda la familia acogió ese apelativo.
De los 11 a los 15 años vivió en el pueblo serrano de Quives, donde su padre trabajó como administrador de una mina de plata.   Allí recibió el Sacramento de La Confirmación de manos del Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, quien la confirmó con el nombre de Rosa.  En ese pueblo se dio cuenta de la situación de injusticia en la que vivían los mineros.  Veía en ellos el rostro del Cristo del Calvario.   Probablemente esa vivencia (la visión cotidiana de los sufrimientos que padecían los trabajadores indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación por remediar las enfermedades y miserias de quienes creerían luego en su virtud.
Rosa fue a la escuela. Aprendió a leer y a escribir. Era amante de los cuentos, la música y la poesía. Su madre le enseñó a rezar. Disfrutaba la presencia de Dios en la naturaleza, las flores, las aves.
En la adolescencia, Santa Rosa se sintió atraída con singular fuerza por el modelo de la dominica Santa Catalina de Siena (mística toscana del siglo XIV); siguiendo su ejemplo, se despojó de su atractiva cabellera e hizo voto de castidad perpetua, contrariando los planes de sus padres, cuya idea era casarla. Tras mucha insistencia, los padres desistieron de sus propósitos y le permitieron seguir su vida espiritual. Quiso ingresar en la orden dominica, pero al no haber ningún convento de la orden en la ciudad, el 10 de agosto del año 1606 tomó el hábito de terciaria dominica en la iglesia limeña de Santo Domingo, con el nombre de Sor Rosa de Santa María. Para ese entonces tenía 20 años de edad.
Como dominica seglar da clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara), cultiva el huerto de casa y trabaja en costura para ayudar a su familia que regresó a Lima después de fracasar económicamente en Quives.  Es de admirar la cantidad de personas que Rosa, en silencio, contacta, socorre, ayuda y proporciona sus consejos alentadores.  Rosa hace testimonio la letra del Evangelio.
El retrato espiritual lo han resumido sus biógrafos así: “todo lo bañaba con oración, contemplación y una gran dulzura”.

VIDA DE ORACIÓN
Su amor a Jesús Eucaristía fue inmenso, al igual que su amor al Niño Jesús, a la Virgen María y a su amigo el Ángel Custodio. Sus santos predilectos fueron santo Domingo y, especialmente, santa Catalina de Siena, a quien llamaba madre.
Según el padre dominico Fray Pedro de Loayza, su primer biógrafo, entre día y noche, tenía unas doce horas de oración. Y nuestro Señor le hacía grandes mercedes dándole arrobos, suspensiones y éxtasis. Rosa era una persona muy alegre, aun en medio de sus sufrimientos y enfermedades. Jesús se le aparecía constantemente como niño y, a veces como adulto, haciéndole gozar por anticipado de las delicias del cielo. ¿Valía la pena ofrecerle la vida entera con todos sus dolores por la salvación del mundo? Sí, sin duda alguna, y ella se sentía la persona más feliz del mundo teniendo a Dios en su corazón.
Un don extraordinario que manifestó a lo largo de su vida fue el don de sabiduría. Dice el padre dominico Fray Juan de Lorenzana (catedrático de la Universidad San Marcos de Lima): “Este testigo, oyendo hablar a la bendita Rosa del misterio de la Santísima Trinidad, de la Encarnación del Verbo Divino y de otros de nuestra fe católica, se admiraba de que una mujer sin letra alguna hablase con tanta propiedad e inteligencia”. Era sapientísima en el conocimiento de las cosas divinas.
Rosa tuvo el don de la profecía y la gracia de conseguir muchos milagros por su intercesión.  Instaló en su casa una pequeña enfermería. Allí llevaba a los enfermos y mendigos.  Experimentaba alegría de servir y curar las llagas de Jesús encarnados en ellos. Ayudaba a todos sin importar raza, sexo o condición.
Algo muy interesante en la vida de Santa Rosa es que acostumbraba hacer vestidos espirituales a la Virgen María, bordados con oraciones, ayunos y disciplinas como un homenaje de amor.  Veamos el vestido espiritual que le ofreció al padre jesuita, Diego Martínez, uno de sus confesores, y que ella le escribió de su puño y letra en un papel: Memoria de un vestido que yo, Rosa de Santa María, indigna esclava de la Reina de los ángeles, Virgen y Madre de Dios, comenzó hacer con el favor y ayuda de Nuestro Señor.
- La túnica interior ha de ser de seiscientas avemarías, seiscientas salves y quince días de ayuno, en reverencia del gozo santísimo que recibió, cuando el ángel le trajo la embajada, que había de encarnar el Verbo eterno en sus divinas entrañas.
- La tela de que ha de ser este vestido, ha de ser de seiscientas avemarías,  seiscientas salves,  quince rosarios y quince días de ayuno; en reverencia del gozo santísimo que recibió, cuando fue a visitar a su prima santa Isabel.
- La guarnición y bordado de este vestido, ha de ser de seiscientas avemarías, seiscientas salves y quince días de ayuno; en reverencia del gozo santísimo que recibió, cuando parió a su hijo santísimo, mi Señor Jesucristo.
- Los broches con que se ha de salpicar este vestido, serán de seiscientas avemarías, seiscientas salves y quince días de ayuno, en reverencia del gozo santísimo que sintió, cuando presentó a su benditísimo Hijo al templo.
- Un ramillete que ha de tener en sus santísimas manos, ha de ser de treinta y tres padrenuestros y otras tantas avemarías, con sus glorias al Padre y otras tantas salves, y otros tantos rosarios de gracias a Dios. Y otros tantos rosarios de alabanzas a la Virgen en reverencia de la santísima edad de mi Señor Jesucristo.
- Y este vestido está acabado. Dios sea bendito y su santísima Madre supla por su gran piedad mis faltas y perdone mi atrevimiento.

SUS PENITENCIAS
Su caridad era sin límites y todos sus sufrimientos y penitencias eran por la salvación y santificación de los demás. 
Lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: "quien se humilla será enaltecido". 
Una segunda penitencia de Rosa de Lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios. Cuando su madre le reclamaba, respondía: “debo imitar los sufrimientos de Cristo por todos los hombres”.
Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era mucho más cruel que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un lecho más cómodo.
Distintas enfermedades la atacaron por mucho tiempo. Cuando algunas personas la criticaban por sus demasiadas penitencias, les respondía: "Si ustedes supieran lo hermosa que es un alma sin pecado, estarían dispuestos a sufrir cualquier martirio con tal de mantener el alma en gracia de Dios".
Su oración, sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes.   El Papa Inocencio XI dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones".

ESPIRITUALIDAD DOMINICA
Como dominica, su espiritualidad fue ORANTE-CONTEMPLATIVA.
Hacia 1615, su hermano Hernando le ayudó a construir una ermita para orar y meditar, la cual medía poco más de dos metros cuadrados.  Cuando el padre Pedro de Loayza le preguntó por qué quería una celda tan estrecha, le respondió: “Padre, bien grande es, pues cabemos en ella mi esposo y yo”.

En esta celdita le hizo Dios muchas mercedes, en particular, quitando a unos mosquitos para que no la picasen, porque estaba la celda en la huerta, donde las aguas de regadío formaban pequeños pantanos, siendo criaderos de mosquitos.  La celda estaba llena de ellos, a los cuales dijo la santa: “Hermanos mosquitos, hagamos un pacto. Yo no os haré mal ninguno con tal que vosotros no me hagáis daño, sino que alabemos todos al Señor”; lo cual hicieron y cumplieron los mosquitos fielmente, pues nunca la picaron y tocaron.

También los árboles y los pájaros se unían a ella en alabar al Señor. Dice Catalina de santa María que, estando en la huerta la bendita Rosa, venía un pajarito y se ponía encima de un árbol que en esta tierra llaman guayabo, y la bendita Rosa le decía: “Pajarito ruiseñor, alabemos al Señor; alaba tú a tu Creador y yo alabaré a mi Salvador”.
Allí, en su ermita, se va forjando como mujer de "contemplación en lo secreto". El silencio y la soledad eran su compañía.  Rosa logra que su vida íntima, personal, espiritual, no aflore al exterior.  A través de poemas y dibujos llegó a comunicar el misterio del amor de Dios en su alma.  Santa Rosa de Lima representó su proceso interno de perfección espiritual en una escalera de quince peldaños de amor divino, plasmando en dos pliegos de papel, a manera de gráficos, sus experiencias místicas en su intimidad con Dios. En estos gráficos presenta las “mercedes” o dones que recibe del Señor.  Allí están los esfuerzos personales, sus mortificaciones, el dominio de sí misma, sus oraciones, sus alegrías, su vida, su matrimonio espiritual, mediante el cual, la Trinidad viene a vivir dentro del alma.

Para llegar a este grado supremo, Rosa lo explica admirablemente: se pasa por etapas de gran padecer y muy exquisitos crisoles. En estos dos pliegos, en base a diferentes facetas del propio corazón, Rosa presenta los crisoles con los que fue “purgada” y, a la vez, las “mercedes” que Dios le hace.
En la elaboración de sus gráficos utilizó varios símbolos: cruces, el Niño Jesús, imagen de la Trinidad y, en todos los peldaños, el corazón humano, ya que sobre el corazón humano actúa Dios.
Los corazones dibujados por Santa Rosa, siempre acompañados por la cruz, aparecen unas veces atravesados por un clavo o por un rayo de amor; otras, herido con una flecha o sumergido en Dios, adornándolos con alas, otros signos y lemas.

Por toda explicación, Rosa expresa dos palabras significativas al pie de la escala mística confeccionada por ella: “HUMILLACIÓN” y “PERFECCIÓN”.

CUADRO RESUMEN DE LAS MERCEDES RECIBIDAS
Merced 1
El corazón tiene una llaga muy profunda al lado izquierdo, y la cruz atraviesa todo el corazón.

“Con lanza de acero me hirió y se escondió”


Merced 2
El corazón rojo con la cruz arriba y en el centro del corazón la imagen del Niño Jesús.

“Aquí ha descansado Jesús, abrazándome el corazón”

Merced 3
El corazón con la cruz arriba.  El corazón tiene cuatro alas junto con la inscripción: “Vuela para Dios”

Todo el dibujo está rodeado de la frase:
“El campo  del corazón lo llena Dios de su amor, haciendo morada en él”

Merced 4
El corazón rojo está pegado en una nube y una paloma, representando al Espíritu Santo, revolotea sobre la nube. En la parte superior, el título:
“Aquí padece el alma una impaciencia santa”. Rodeando el corazón: “Corazón lleno de divino amor”, “Aquí escribe fuera de sí”

Merced 5
El corazón está atravesado por un rayo.  La cruz está incrustada en el corazón. Alrededor escribe:
“Corazón atravesado por un rayo de amor de Dios”

Merced 6
El corazón está atravesado por una flecha.  Está presente la cruz y el arco que disparó la flecha. Escribe:
“Corazón herido con flecha de amor divino”
Merced 7
El corazón tiene una mano empuñando un crucifijo.  Rosa escribe bordeando su propio corazón:

“Hallé al que ama mi alma.  Lo tendré y no lo dejaré”

Merced 8
El corazón tiene pintada unas llamas; la cruz en negro.  Un clavo se introduce en el corazón. La explicación de Rosa:

“Oh dichoso corazón que recibiste en arras el clavo de la Pasión”

Merced 9
El corazón tiene una cruz muy pequeña. Sobre una llaga redonda escribe: “Sólo sana quien ya labró con amor”.  

Una leyenda de tamaño mayor abarca todo el dibujo:

“Llagado corazón con el fuego del amor de Dios, en cuya fragua se labra”

Merced 10
El corazón tiene una llaga que viene de la cruz incrustada en él.  Como guirnalda, una cita en latín del “Cantar de los Cantares”:

“Sostenedme con flores, cercadme de manzanas, porque estoy enferma de amor”
En el tope escribe: “Enferma estoy de amores, oh fiebre que muero de ella”

Merced 11
El corazón tiene un arpón clavado desgarrándolo de lado a lado. Una cruz en el tope. La explicación de Rosa:

“Oh, dulce martirio, que con arpón de  fuego me has herido”

Merced 12
Representa al mismo corazón del gráfico anterior, atravesado de arriba a abajo con un dardo. La frase es un grito de amor por quien lo hirió:
“Corazón herido con dardo de amor divino, da voces por quien le hirió”
Merced 13
El corazón rojo con una cruz grande sobre él en primer plano.   Hay luz de centella muy débil.  Rosa explica:

“Purifícate, corazón, recibe centellas de amor para amar a su creador”



Merced 14
El corazón está crucificado y tiene dos alas. En cada ala una leyenda: “temor santo”, “amor puro”
Del corazón sale una llama.  Debajo de la cruz, como soporte, Rosa escribió: “La vida es cruz”.


Merced 15

La cruz ahora la vemos como un testigo principal que se queda abajo en el proceso de ascensión. Ya no hay heridas ni llagas. El corazón tiene seis alas.  Su deseo de volar a Dios queda patente. Lo confirman sus propias palabras:
“Arrobo, embriaguez en la bodega, secretos de amor divino. ¡Oh, dichosa unión¡ abrazo estrecho de Dios” 
Continuación merced 15


Dentro del corazón está la imagen clásica de La Santísima Trinidad con otro corazón.  No hay cruz porque el corazón humano aparece inmaculado, purificado.  Es el culmen de su evangelización: la Trinidad se encarna en el corazón de Rosa.



DE LOS ESCRITOS DE SANTA ROSA DE LIMA
En uno de sus escritos Rosa, resaltándolo, ha escrito: “LA VIDA ES CRUZ”. Les leo:
"¡Conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación.  Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al
colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la
medida de los carismas. Que nadie se engañe: esta es la única verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz
no hay camino por donde se pueda subir al cielo!"
"¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por conseguir el tesoro último de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de los trabajos que le caen en suerte, si conocieran las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres."
En su ermita ha puesto una cruz de cartón, adornada con flores; pero la verdadera cruz la lleva en su interior.  Está configurada con su propio vivir: “la vida es cruz”.  Rosa dejo escrito a su confesor: “he padecido, cerca de dos años, grandes tribulaciones, desconsuelos, desamparos, tentaciones, batallas contra demonios, calumnias de los confesores y otras personas y, por decirlo todo, las mayores penas del infierno que se pueden padecer”.
La transformación de Rosa no se hace de la noche a la mañana.  Como el crecer, es una acción lenta, de cada día, en silencio, en su intimidad, a solas con Dios.  Su familia, aunque notaba cosas extrañas y raras nunca llega a conocer los pasos que ella daba evangelizando su propio corazón.
Espigando en su trayectoria humana podemos sintetizar:
. De Santo Domingo, Rosa toma el celo apostólico por las almas.  Toma el ejemplo de sus penitencias y de la oración constante.
. De San Francisco, toma el amor de Dios basado en la naturaleza.  Conversa con los animales y contempla el jardín.
. De Santa Catalina de Siena, toma el profundo amor por la Iglesia.  Toma sus mortificaciones, corona de espinas, el cilicio, el amor por su esposo Jesucristo, la meditación de contemplación en los más altos misterios de la fe.

DESPOSORIO
Uno de los momentos importantes de su vida es el "Desposorio Místico" ocurrido el Domingo de Ramos de 1617 en la Capilla del Rosario.  Rosa, al no recibir la palma que debía portar en la procesión, pensó que era un mensaje de Dios por alguna ofensa que ella hubiese realizado; acongojada se dirigió a la capilla y orando ante la Santísima Virgen, sintió el llamado del Niño Jesús de la imagen, y le dijo "Rosa de Mi Corazón, yo te quiero por Esposa", a lo que ella respondió: "Aquí tienes Señor a tu humilde esclava. Tuya soy y tuya seré".  

MILAGRO DEL SANTO ROSTRO
Otro hecho digno de mencionar ocurrió el 15 de abril de 1617 a las siete de la noche, estando Rosa en casa de Don Gonzalo de la Maza, que tenía en su oratorio un rostro de Cristo. En ese momento, estaba orando el matrimonio con sus dos hijas, Micaela y Andrea, y con Rosa de Santa María. Rosa hablaba en voz alta con fervorosas oraciones.  En un momento, se acercó Micaela, para despabilar las velas, y vio que el rostro, cabello y barba de la santa imagen estaban mojados, como llovido de rocío.  El rostro del Señor estaba sudando milagrosamente.  Éste fue un caso que se hizo público en Lima, como de un milagro del Señor.  Se realizó una investigación al respecto y fue citada la misma Rosa, quien declaró que era un milagro que Nuestro Señor quiso obrar, para honra y gloria suya, y consuelo de las almas.

MUERTE
Las rigurosas prácticas penitentes afectó fuertemente la salud de Rosa. Se acrecientan sus enfermedades en el mes de julio del año 1617.  Los médicos llamados por la familia Maza-Usátegui, no dan con la enfermedad que aqueja a Rosa.  Murió a los 31 años de edad, el 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó.  Sus últimas palabras fueron: “Jesús, Jesús sea conmigo”.  En su partida de defunción se puede leer: “Túvose en gran veneración de santidad en vida y en muerte”.
Sus exequias fueron extremadamente seguidas y hasta descontroladas.  Baldados, enfermos, cojos, mancos y tullidos pedían, con derecho propio, que los dejaran tocar el cadáver.  Hubo de requerirse la fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa fuera desvestida por los devotos que deseaban llevar alguna reliquia. A pesar de ello, tuvieron que cambiarle tres veces los hábitos e incluso en el traslado algún irreverente le seccionó uno de los dedos del pie.
Fue canonizada por el Papa Clemente X, en 1671. Según consta en los archivos de su proceso de canonización, se sucedieron incontables curaciones milagrosas al sólo contacto con su bendito cuerpo o con sólo invocar su nombre. 

Bibliografía:
Rosa de Lima Patrona de América, de J. García del Castillo O.P., Ediciones Trípode, Caracas 1985.
Santa Rosa de Lima La Alegría de Dios, de P. Ángel Peña O.A.R.,  Ediciones Imprimatur, Lima, Perú. https://escuelateologiaucsar.files.wordpress.com/2015/02/pec3b1a-angel-santa-rosa-de-lima-la-alegria-de-dios.pdf



LIMA, 24 Ago. 15 / 01:10 pm (ACI/EWTN Noticias).- Un equipo de científicos peruanos y brasileños, con autorización de la Orden de Predicadores (Dominicos), analizó el cráneo de Santa Rosa de Lima y con moderna tecnología reconstruyó el que habría sido el verdadero rostro de la patrona de América y las Filipinas.


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