martes, 7 de abril de 2015
miércoles, 1 de abril de 2015
Oraciones para Semana Santa 2015 - Miércoles Santo.
Por la mañana
Estoy invitado a hacer lo mismo: invitado a amar como he sido amado;
invitado a dar mi vida por los hermanos. Cristo mío, tú no te resistes ni te
echas atrás a la hora de cumplir esta misión de amarnos hasta el extremo.
Ofreciste tu cuerpo todo a quienes quisieron destrozarlo. No te tapaste el rostro
para evitar los ultrajes que te hicieron. El Señor era tu ayuda; sabías con
certeza que, con Él a tu favor, no quedarías defraudado. Tu sangre, que corrió
abundante acusando, pero a la vez fecundando la tierra, purifica nuestra
conciencia de las obras de la muerte y nos prepara para presentarnos al Dios
vivo.
Todo esto ya lo sé. Y cada día, a través de esta oración reiterativa, lo
recuerdo y lo hago presente y deseo asimilarlo. Pero no tengo que inventar
cosas nuevas para hablar contigo o para comunicar a mis hermanos, intentando
quizás más que orar de verdad lucirme ante los demás con este ejercicio diario,
pero vanidoso, de las entregas que les hago. Lo has dicho todo ya con tu propia
vida; sólo tenemos que mirar y querer repetir con la nuestra aquello que Tú
fuiste para todos. Debe ser una opción mía, de cada uno, en libertad completa
elegir ser imitador de Dios y vivir como El en el amor. Quiero vestirme con tus
sentimientos, para que a fuerza de repetir y repetir, de recordar y recordar,
lo que Tú eres vaya insensiblemente acabando con lo que yo soy antes de llegar
a la fe y conocerte. Y a fuerza de querer que me vivas, llegue el momento de
que ya no sea yo quien vive, sino Tú en mí, mi Cristo. Que como Pablo, pueda yo
repetir que para mí la vida es Cristo, y una ganancia morir.
Por la noche
Mis manos están extendidas hacia ti, Dios de todos y más si cabe de los
humildes, como ofrenda agradecida. Porque cuando repaso la historia de mi vida,
descubro que sigues siendo el que acoge a cualquier hora, al no saber nunca
rechazar a quien a ti llega. Eres misericordia que no se agota, el Dios que
nunca olvida su bondad y mantiene su promesa para siempre. La cólera no te
pertenece; es algo exclusivamente nuestro. Entrañas de misericordia es lo que
eres. Hoy sigues realizando proezas, portentos, hazañas de amor incalculables.
Me atas a ti con lazos de bondad; me eliges como amigo y confidente. Por la
sangre de tu Hijo, me haces entrar a una dulce intimidad contigo. Comunicas a
mis ojos la luz y la alegría que Tú mismo eres. Mis manos extendidas expresan
todo eso: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tu poder es el perdón; por eso te sobran todos los ejércitos, policías o
tribunales constitucionales. Tu brazo nos rescata con la vida, jamás con la
fuerza de la violencia, algo también exclusivamente nuestro. Sólo en ti
descanso y tengo paz; sólo de ti viene mi salvación; sólo Tú eres la roca de mi
esperanza. Déjame, Señor, estremecerme ante lo que eres. Permíteme, a pesar de
los nubarrones que ensombrecen mi vida, permíteme arrodillarme y desahogar en
ti mi corazón. Pueda adorarte y acogerte para que me des la vida, y sepa
agradecerte con toda el alma el que hayas hecho a Cristo para mí, para
nosotros, para todos sabiduría, justicia, santificación y redención. Y que por
Él, por su sangre, hayamos recibido el perdón de los pecados. Por Él nos has
reconciliado, y has hecho la paz por la sangre de su cruz
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